Al Pie del Abismo representa un regreso a los orígenes: a un paisaje abrupto marcado por los cañones del Duero, que da nombre a este vino. Es también una vuelta a la tradición del cultivo de un viñedo familiar muy antiguo, del cual se elabora toda la producción, y a la memoria de variedades autóctonas casi olvidadas, como la Juan García y la casi desaparecida Tinto Jeromo, en pleno Parque Natural de las Arribes del Duero.
En la bodega se elaboran menos de 5.000 botellas al año, todas procedentes de una única finca: El Becerrero, situada en el paraje de Valdeavide.
La singularidad de este viñedo y de sus variedades —en especial la Tinto Jeromo, de la que apenas existen dos hectáreas en el mundo— ha permitido que forme parte del proyecto Ángel de Viñas, impulsado por la familia González Byass, una iniciativa destinada a preservar el patrimonio genético y la biodiversidad de viñedos únicos como este, donde aún es posible crear vinos con identidad propia y una profunda conexión con su origen.

