Cal Mandrat

La historia se remonta a 1880, quizás incluso antes, ya que la finca ha pasado de generación en generación. Durante décadas fue una explotación agrícola y ganadera en los Pirineos. Cuando el actual propietario se hizo cargo de las tierras en 1970, comenzó una nueva etapa: con el deseo de acercarse a la naturaleza y sin conocimientos previos de viticultura, fue creciendo lentamente una idea que pronto se hizo realidad. Las primeras viñas marcaron el inicio de una transformación silenciosa pero profunda. El resultado fue un lugar donde no sólo se creó vino, sino también un diálogo con la naturaleza. Hoy, Cal Mandrat es sinónimo de autenticidad, paciencia y confianza en la naturaleza, en medio del impresionante paisaje pirenaico.

En Cal Mandrat, todo empieza por el respeto a la naturaleza, un principio que corre como un hilo de oro por toda la obra. Riesling, Gewürztraminer y Chardonnay crecen en dos hectáreas de viñedos cuidados con esmero en el parque natural Cadí-Moixeró. El suelo arcilloso ofrece condiciones ideales: Almacena la humedad, regula el suministro a las cepas y aporta estructura, expresión y una frescura mineral. El cultivo ecológico no es sólo un método, sino una convicción viva. Cada paso en el viñedo -desde la poda hasta la vendimia- se lleva a cabo con sumo cuidado y en armonía con los ritmos naturales. El objetivo es cosechar uvas sanas y maduras que expresen su terruño.

Esta filosofía prosigue a la perfección en la bodega. La vinificación es lo más comedida posible para dejar espacio al carácter de las variedades de uva. Sin intervenciones innecesarias, los vinos evolucionan a su propio ritmo. De este modo, Cal Mandrat produce vinos blancos expresivos y elegantes que se caracterizan por su claridad, frescura y autenticidad, vinos que hacen tangible su origen.