Vinos de Extremadura: lleva a casa lo mejor de la tierra

Historia del vino en Extremadura: de la antigüedad a la actualidad

La tradición vinícola en Extremadura se remonta a la época romana, cuando la región formaba parte de la provincia de Lusitania. Existen pruebas arqueológicas que indican que los romanos cultivaban vides en la zona, aprovechando el clima mediterráneo y los suelos fértiles.

Durante la Edad Media, los monasterios desempeñaron un papel fundamental en la producción de vino, preservando y perfeccionando las técnicas de cultivo y elaboración. Más tarde, en los siglos XV y XVI, la expansión del comercio y la colonización de América impulsaron el crecimiento del sector vinícola extremeño. Se dice que algunas de las primeras cepas plantadas en el Nuevo Mundo partieron de esta región, contribuyendo al desarrollo de la viticultura en América.

En tiempos más recientes, el sector experimentó un resurgimiento con la creación de denominaciones de origen y la modernización de las bodegas. Hoy en día, los vinos de Extremadura compiten con los de otras regiones españolas, destacando por su autenticidad, su diversidad y su excelente relación calidad-precio.

Zonas vinícolas y denominaciones de origen en Extremadura

Extremadura alberga diversas zonas vinícolas, pero la Denominación de Origen Ribera del Guadiana es la más relevante, ya que concentra gran parte de la producción de la región. Dentro de esta DO se distinguen seis subzonas, cada una con características propias que influyen en el perfil de sus vinos:

• Cañamero: Ubicada en el norte, destaca por sus tintos y blancos con gran expresividad aromática.
• Montánchez: Sus suelos pizarrosos aportan estructura y complejidad a los vinos.
• Ribera Alta y Ribera Baja: Son las áreas más extensas, donde se encuentran muchas de las principales bodegas.
• Matanegra: Produce vinos con gran concentración y matices aromáticos intensos.
• Tierra de Barros: La subzona más representativa, caracterizada por suelos arcillosos y un clima cálido que favorecen la maduración de la uva, dando lugar a vinos con cuerpo y carácter.

Además de la DO Ribera del Guadiana, Extremadura cuenta con la indicación geográfica protegida Vinos de la Tierra de Extremadura, que ofrece mayor flexibilidad en la producción y ha permitido el desarrollo de proyectos innovadores, impulsando la diversidad y la calidad de los vinos de la región.

Variedades de uva y estilos de vino en Extremadura

Gracias a la diversidad de suelos y climas, Extremadura produce una amplia gama de vinos con perfiles bien diferenciados.

Los tintos jóvenes, elaborados principalmente con Tempranillo (Cencibel), destacan por su frescura y notas frutales, mientras que los tintos con crianza, envejecidos en barrica de roble, desarrollan mayor complejidad con matices especiados, tostados y taninos más pulidos. Otras variedades como Garnacha Tintorera, Cabernet Sauvignon, Syrah y Graciano aportan estructura, intensidad aromática y buen potencial de envejecimiento. 

En cuanto a los blancos, los más comunes son ligeros y aromáticos, elaborados con Macabeo o Pardina, ideales para consumir jóvenes por su frescura y suavidad. Sin embargo, los blancos fermentados en barrica han ganado protagonismo, especialmente los elaborados con Chardonnay y Sauvignon Blanc, que ofrecen más cuerpo, notas de frutas tropicales y una textura más envolvente. 

Los rosados, obtenidos de uvas como Tempranillo y Garnacha Tintorera, se caracterizan por su acidez equilibrada y su perfil fresco y afrutado, con matices de fresa y frambuesa, ideales para climas cálidos. 

Los espumosos, elaborados mayoritariamente con Macabeo, mediante el método tradicional, han cobrado protagonismo en los últimos años, destacando por su burbuja fina, frescura y elegancia, con notas cítricas y florales que los hacen ideales como aperitivo. 

Por otro lado, los vinos generosos y dulces, producidos a partir de vendimias tardías o uvas pasificadas como Pedro Ximénez y Moscatel, se caracterizan por su elevada concentración de azúcares y su complejidad aromática, con notas de frutos secos, miel, caramelo y especias. Inspirados en la tradición de los licorosos del suroeste español, son perfectos para acompañar postres o disfrutar solos como un vino de meditación.