Bodegas Franco-Españolas, ubicada en el norte de España, se dedica principalmente a los vinos clásicos de Rioja. Sus vinos estrella, Bordón y Diamante, gozan de renombre internacional. Para la empresa, la tradición, la comunidad, la protección ambiental y las condiciones laborales justas son tan importantes como la calidad de sus vinos.
Fundada en 1890 en Logroño, en el norte de España, Bodegas Franco-Españolas es una de las bodegas más antiguas y prestigiosas de la región. Dirigida por la tercera generación familiar, la bodega se centra en vinos clásicos de Rioja y en el procesamiento de variedades regionales como Tempranillo y Graciano. A lo largo de sus más de 130 años de historia, los vinos Rioja Bordón y Diamante se han convertido en emblemas internacionales de la región. Además, con la bodega boutique Bodegas Valparaíso en Ribera del Duero, Bodegas Franco-Españolas también maneja sus propios viñedos.
La elaboración de los vinos de Bodegas Franco-Españolas sigue métodos tradicionales. Por ejemplo, los vinos Bordón maduran entre 12 y 18 meses en barricas de roble, dependiendo de la variedad. El proceso de crianza, que minimiza las intervenciones, es supervisado cuidadosamente por los enólogos de la bodega, quienes deciden individualmente el momento óptimo de maduración para cada barrica.
Sin embargo, Bodegas Franco-Españolas no solo se destaca por sus vinos elegantes y de alta calidad, sino también por valores como la comunidad y el medio ambiente, además de condiciones laborales justas. Los intereses económicos de la empresa se alinean con estos valores. A través de un amplio programa cultural y estrictas directrices de protección ambiental y climática, la empresa promueve activamente la región de Rioja.
Bodegas Franco-Españolas aprovecha las condiciones únicas de la región de Rioja para producir vinos excepcionales como Bordón y Diamante. Es crucial el uso de uvas provenientes de Rioja Alta, Rioja Alavesa y Rioja Oriental. Cada una de estas subregiones tiene condiciones climáticas y de suelo específicas que ofrecen un entorno óptimo para variedades como Tempranillo, Garnacha y Mazuela.
La Rioja Alta se caracteriza por sus suelos arcillosos y un clima mediterráneo, ideal para el cultivo de Tempranillo y Garnacha. La Rioja Alavesa cuenta con suelos arcillosos y parcialmente gravosos, mientras que la Rioja Oriental complementa el cultivo vitivinícola con suelos gravosos y arenosos.